Comunicación social.
Angélica Bautista.
La vida cotidiana de las personases totalmente comunicativa, somos seres sociales, por lo tanto, somos seres comunicativos. Si bien el homo sapiens basa su existencia en la comunicación. La relación que los seres humanos mantienen con su mundo es meramente comunicativa. Las personas mismas se constituyen comunicativamente, esto hace que seamos personas tal como teoriza Mead en el intercurso de actos sociales.
La comunicación oral ha permitido el surgimiento y caída de las sociedades. Ha pasado un millón de años desde que la especie humana comenzó a hablar (De Mauro, 1980). La escritura aparece hacia el año 3300 antes de nuestra era en Mesopotamia y el primer alfabeto data del segundo milenio antes de nuestra era (J. Tusón, 1996).
Es a lo que se le llama comunicación: su proceso
Comunicar es hacer algo común, hacerlo de todos, aunque no todos estén de acuerdo con ese algo, sino que comparte el sentido de lo que se dice. Disentir también es comunicar; cuándo se hace común lo que se está comunicando, el sentido que subyace a lo que se comunica es lo que se comparte. Este el resultante de un proceso comunicativo, sea verbal o no, intergrupal, grupal, de masas, presencial o a distancia.
Lo que se hace común es un código, un código compartido, que nombramos como lenguaje. A través del lenguaje y la repetición de las palabras y posteriormente se reconozca lo que se dice se habrá aprendido.
Se dan dos versiones del proceso de comunicación, una conductual y una cognitiva, añadiendo una cultural, ésta última ve su explicación en el contexto cultural del que proviene la comunicación así el lenguaje ó código puede tener diversos significados.
Comunicación simbólica según Mead: el proceso que permite la comunicación entre emisor y receptor es dual, lineal y unidireccional. Pone énfasis en la cultura y su ubicación empírica en lo local. Por otro lado encontramos que esa comunicación simbólica puede presentarse de forma intersubjetiva, en la que las personas no encuentran ni un aquí ni un ahora. Por ejemplo cuando establecemos conversaciones con otros, e incluso con uno mismo (que tiene el efecto de que es otro), en la que siempre está presente un elemento supra-individual. Hablamos de las normas sociales que nos rigen.
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